Manuel Guijarro Rojas fue el cuadrillero y fundador de la 6ª Cuadrilla de Judíos de la Cola Negra, una institución en la Semana Santa Baenense, que dejó todo su legado a la Sexta que hoy conocemos. Gracias a él y a los judíos que en aquellos años de la Reorganización en 1953 decidieron tomar las riendas de aquella nueva cuadrilla, hoy Recordamos el Pasado, Viviendo el Presente. Rafael Guijarro Nucete, secretario de la 6ª Cuadrilla y que ha ocupado otros cargos dentro de la Junta Directiva siempre de la mano de su hermano y cuadrillero Manuel Guijarro, escribió con motivo de la Reorganización en el año 2002:
«El día 10 de marzo de 1977, antesala de nuestra Semana Santa, falleció mi padre, nuestro Cuadrillero, Manuel Guijarro Rojas. Hacía veinticinco años que se hizo cargo de la 6ª Cuadrilla de Judíos. Ese año le correspondía salir de Cajas y Banderas.
Unos días después, en la mañana del Jueves Santo, tras el acto de la Confesión en San Francisco, la Turba de Judíos de la Cola Negra con banderas de luto, se dirigía hacia el cementerio para rendirle homenaje. Recuerdo, que mis hermanos y yo esperábamos en la puerta del camposanto.
El sonido lejano de los tambores parecía distinto, se oía pausado y triste, como queriendo pregonar a los cuatro vientos de nuestro pueblo que la Turba estaba de luto por la muerte de un gran cuadrillero.
La Turba se acercaba y el sonido de sus tambores se oía con más fuerza, pero aún más triste. Las Banderas de la Cola Negra aparecían por las Cantarerías del cementerio, encabezada por los cuatro evangelistas que portaban una corona de flores.
En la puerta del cementerio, sin nadie ordenarlo, los tambores enmudecieron. Todo era silencio y tristeza. Los cuadrilleros y los judíos, muy serios y acongojados, se dirigían hacia su tumba. Fueron momentos de gran tristeza, pero al mismo tiempo de orgullo y satisfacción para mí, al contemplar ese acto sincero de homenaje y de sentimiento que la Turba le ofrecía en reconocimiento a su labor y a su desvivir por su 6ª Cuadrilla de Judíos, a la que tanto quería.
Al depositar una corona de flores sobre su tumba, aún recuerdo aquellas palabras que Joaquín Meléndez Ortiz, Cuadrillero de la 3ª, muy emocionado, le dirigió. Palabras llenas de poesía que le brotaban del corazón y que quedaron grabadas para siempre en los judíos de la 6ª.»
¡Gloria para este símbolo inmortal!